Acompañamiento del libro: Devuélveme mi libro
Los niños de entre 2 y 4 años de edad comienzan a tomar conciencia de su persona, con lo que empiezan a desarrollar actitudes a veces un tanto egoístas. Inculcarles el valor de la generosidad desde el amor y la diversión facilitará la tarea para ellos.
Enseñar a compartir es una de las habilidades sociales más difíciles de inculcar a niños pequeños. Requiere de tiempo, práctica y un buen ejemplo en casa. Normalmente a partir de los 2 años los pequeñitos comienzan a vocalizar palabras simples, una de las más comunes es “mío”, para diferenciar sus cosas de las de otras personas. Es una edad donde desarrollan un profundo egocentrismo, ya que todavía se les dificulta ponerse en el lugar de otra persona.
Cuando los pequeñitos comienzan a convivir con otros niños de su edad empieza también el proceso de socialización. Aquellos niños con habilidades sociales positivas tienen mayor facilidad para relacionarse con otras personas en la escuela y en la vida. Las habilidades sociales que aprendan en casa les acompañarán durante sus primeros años de escuela, influyendo en sus relaciones de amistad, con compañeros de escuela, profesores, y demás personas con quienes se relacionen.
Compartir significa participar recíprocamente en una relación. Implica la acción de dar algo que tenemos sin recibir nada a cambio, solo por el gusto de hacer feliz a alguien. A lo largo de nuestra vida compartimos más que cosas materiales, tales como ideas, actividades, sentimientos o experiencias. Enseñar a los niños a compartir va más allá del ámbito material, es una tarea a la que se abona aunque sea un poquito todos los días.
Cuando un niño o niña aprende a compartir, aprende también habilidades como la empatía y la asertividad. Aprenden a ser solidarios y a integrarse en dinámicas sociales. Compartir nos hace más humanos, ya que implica pensar en otras personas.
Consejos para enseñar a compartir
Enseñarle a tu pequeño/a el valor de compartir será sencillo con estas recomendaciones.
No obligues a tu hijo a compartir sus cosas. Cuando hacemos las cosas por obligación o empujados por alguien puede que lo hagamos sin ánimos. Enseñarle a compartir para pasársela bien con los demás será una mejor lección que obligarlo a hacer algo que no quiere por una razón que todavía no entiende.
Los padres son el principal ejemplo que tienen los niños. Repiten las acciones y actitudes que observan en su núcleo familiar. A menudo cuando les limitamos tomar ciertas cosas (objetos personales o delicados) pueden percibirlo como un acto de egoísmo que después repetirán en su entorno más cercano. Hablar con ellos sobre la importancia de respetar y cuidar las cosas que no son suyas, poniéndolas a su alcance con supervisión le ayudará a entender que como adultos no tenemos problemas para compartir. Con el paso del tiempo también compartirá sus juguetes y aprenderá a pedirles a los demás que los cuiden.
Es muy común que en edades tempranas los pequeñitos despierten actitudes instintivas, como pensar que si prestan un juguete la otra personita se quedará con este para siempre. Explicarle que debe establecer límites con sus objetos personales, como decirle a los otros niños “Te lo presto, pero me lo cuidas”, “Te lo cambio por otro juguete”, será una buena estrategia para cuidar sus cosas a la vez que las comparte y enseña a otros niños a cuidar los juguetes que no son suyos.
Jugar es una excelente herramienta para enseñar valores y que los pequeñitos aprendan mientras se divierten. Aprovecha las situaciones para poner lo aprendido en marcha. Que tu pequeño invite a un niño a jugar a casa puede ser la oportunidad adecuada para evaluar el progreso de tu peque. Desde compartir un trozo de pastel, un tazón con bocadillos, los juguetes, ayudarse a acomodar el área de juegos, son algunas pocas actividades que podrían servirles para transportar a la realidad lo aprendido.
Un niño que haya aprendido a compartir tiene mayor probabilidad de acoplarse positivamente a entornos nuevos como la escuela o la guardería. Aprenden a jugar con los demás niños, se sienten seguros en su ambiente, comparten, colaboran y cooperan en las actividades, aprenden a respetar su turno en las dinámicas, además, identifican y expresan sus sentimientos de manera asertiva.
Todos los niños se desarrollan a un ritmo distinto, algunos tienen un carácter más apacible y otros son más enérgicos. Educarlos en casa con valores les dotará de habilidades sociales que durarán toda su vida y evolucionarán a medida que ellos crecen.