Acompañamiento del libro: Bravo, pequeño pez blanco
Entendemos el término resiliencia como la capacidad de sobreponernos ante una situación difícil, desarrollando estrategias y conocimientos a partir de experiencias. Se trata de una capacidad que tarde o temprano todos desarrollamos, por lo que es mejor ejercitar la reflexión al respecto desde la infancia.
Ponemos en práctica nuestra resiliencia cuando afrontamos una adversidad y aprendemos de esa situación. Ahora, seguro te preguntarás: ¿es necesario enseñarle sobre resiliencia a mi peque?, ¿cómo le puedo educar al respecto?, ¿qué clase de actividades podemos llevar a cabo en casa para ejercitarla? Te explicaremos esto y más, así que continúa leyendo.
Realmente no existe una receta o una lista de instrucciones para enseñar a un niño a ser resiliente, lo que sí es seguro, es que una manera de enseñarles con el ejemplo es a través de una convivencia sana en familia, expresándoles amor, respeto y comprensión de manera incondicional.
Un niño puede experimentar diversos sentimientos al afrontar experiencias cotidianas, como miedo (cuando visita al dentista por primera vez), inseguridad (en su primer día de clases), o rechazo (al ser apartado por otros niños durante una actividad escolar), en todas esas situaciones se desarrolla y pone en práctica la resiliencia.
Son un conjunto de habilidades que se aprenden durante la práctica, aunque los ejemplos en casa siempre sirven para establecer patrones de conducta. Así los niños pueden quedar impresionados en el momento, más no desarmados para hacerle frente. Sabemos que no es posible proteger a los hijos de todos los altibajos de la vida, sin embargo, si es posible educarlos para ser capaces de adaptarse y superar las adversidades.
Formas de desarrollar resiliencia en los niños
Las características más significativas que debemos potenciar en el hogar para trabajar la resiliencia en los niños son las siguientes:
Celebra a tus pequeños en casa cuando manejen satisfactoriamente una dificultad, ayúdales a entender que esos desafíos los fortalecen para afrontar desafíos futuros. Hazles saber que confías en ellos para resolver problemas y tomar decisiones, incluso cuando se equivoquen. Enséñales a tomar la vida con buen humor, ya que la gravedad de un problema depende muchas veces de la actitud con que lo enfrentamos.
- Cooperación y apoyo entre miembros de la familia
Conformar una familia con lazos afectivos fuertes anima a los peques a replicar ese afecto con sus amistades. Una relación familiar sólida dota de seguridad a un niño, fortalece su resiliencia al saberse amparado por un núcleo social unido.
- Reconocimiento y gestión de las emociones
Reconocer nuestras emociones es parte integral del autoconocimiento, un aspecto valioso en el desarrollo de todas las personas. Conocernos a nosotros mismos nos brinda herramientas para saber cómo reaccionar ante un problema y cómo guardar la compostura en ese momento.
- Mostrar una actitud positiva ante las situaciones difíciles o de conflicto
Fomentar una actitud positiva frente a cualquier adversidad ayuda a los niños a enfrentarse a las dificultades con optimismo. Enséñales que después de una tempestad siempre viene la calma, por lo que no hay que desesperarse, siempre que afrontamos un reto nos volvemos más fuertes y capaces de enfrentar uno nuevo.
- Cambiar los pensamientos negativos por positivos
Cuando estamos en medio de un conflicto lo más normal es que los pensamientos negativos nos inunden. Por ello es importante cultivar el optimismo en los niños, así se les enseña a cambiar esos pensamientos por otros positivos y se facilita el proceso de aprendizaje. Es así como surgen cosas buenas de situaciones difíciles.
Los pequeñitos no necesitan “triunfar” para alcanzar su propia meta, sino enfocarse en aprender a su ritmo, en jugar y disfrutar su niñez. Una señal de que un peque ha desarrollado su resiliencia es que se fija objetivos y pide ayuda para alcanzarlos, o un consejo al encontrarse con un problema en su día a día.
Las personas a menudo entienden el concepto resiliencia de forma equivocada y la relacionan únicamente con sus resultados: recuperarse de un mal momento, volver a la normalidad o sobrellevar una situación difícil con una buena actitud. En realidad, los niños son resilientes cuando aprenden de las dificultades y siguen adelante a pesar de las mismas, con pasos a su ritmo y del tamaño de los retos que enfrentan.
Tampoco es necesario afrontar una situación enteramente complicada para poner nuestra resiliencia en práctica. Por ello la importancia de incluir su desarrollo en la educación impartida en casa, a través de conductas como la gestión emocional, de conductas y actitudes, que los niños aprenden a través del ejemplo y orientación de sus padres.