Carta pedagógica: Educando desde la diversidad

Carta de Club Libritos
Acompañamiento del libro: El club de los raros
Como seres humanos somos parecidos, pero nos diferenciamos de acuerdo a nuestros rasgos físicos, los valores que nos inculcan en casa y la sociedad en la que hemos crecido. La diversidad ha existido en la historia humana desde siempre, por lo que es tarea de todas y todos quienes la conformamos incluirla de manera positiva en el ámbito educativo de niñas y niños.
Por ello es importante fomentar el respeto a las diferencias, a las distintas culturas, a las formas de ser o ver el mundo, así como también involucrar a los niños a participar en una dinámica de sana convivencia desde que son pequeños.
Un sano desarrollo debe favorecer que adquieran conocimientos de cultura general y darles la oportunidad de desarrollar sus aptitudes en condiciones de igualdad, para aprender a tener un juicio propio, generar un sentido de la responsabilidad ética y social, y de esta forma llegar a ser miembros útiles y participativos de la sociedad. También deberían estar protegidos contra las prácticas que puedan fomentar la discriminación, siendo educados en un ambiente propicio para la comprensión, solidaridad, tolerancia, amistad, paz y fraternidad.
Es sumamente crucial que los niños aprendan a rechazar las actitudes de racismo o discriminación desde pequeños. Así aprenderán a hacer amigos independientemente de sus rasgos, de su origen, si hablan otro idioma o profesan creencias distintas a las suyas. Respetando distintas culturas y tradiciones  enriquece su calidad humana.
En lugar de criticar o juzgar las diferencias, los padres deben resaltar su valor, pues la diversidad trae consigo una riqueza inigualable de conocimientos y experiencias. Se trata de una tarea de la sociedad en conjunto, pero cuya responsabilidad recae en la familia como núcleo de esta misma; y también una necesidad urgente, debido a la gran cantidad de personas que emigran todos los días de un lugar a otro.
Los niños son bastante curiosos, preguntan por todo y se fijan en las diferencias y detalles, por más pequeños que sean. Desde chiquitos preguntan sobre las diferencias de color de piel, estatura, complexión, formas de hablar y muchos aspectos cotidianos que no escapan a su mirada curiosa. Podemos aprovechar esta curiosidad para explicarles que todos somos únicos y especiales, pues crecemos en condiciones distintas, pero tenemos los mismos derechos.
La diversidad no es algo malo, sino todo lo contrario. Al respetar y valorar las diferencias que tenemos como personas, podemos aprender cosas nuevas, descubrir nuevas culturas y formas de entender la vida. De esta forma crecemos como seres humanos.
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