Carta pedagógica: Aprendiendo a trabajar en equipo

Acompañamiento del libro: ¡Oh. oh, la pelota!

A medida que hemos evolucionado como especie y conformado sociedades cada vez más complejas, el trabajo en equipo se ha convertido en un pilar fundamental de nuestra civilización. Involucra valores y habilidades como la empatía, la apertura de ideas, el diálogo y el esfuerzo comunitario para superar desafíos. Socializar es parte fundamental de nuestra condición humana, pero es responsabilidad de nosotros como padres enseñar a nuestros hijos que más allá del juego y la diversión, el trabajo en equipo es el camino para crecer como humanidad.
Enseñarles a trabajar en equipo a los niños puede ser a menudo una tarea complicada, esto se debe a que es una edad en la que no se tienen claros los valores que se ponen en práctica durante las dinámicas de grupo, los cuales podemos resumir en tres puntos:
 
  • El trabajo en equipo debe potenciar, combinar y completar entre sí a aquellas habilidades que tiene cada miembro.
  • Trabajar en equipo consigue mayores beneficios (en tiempo, esfuerzo y/o calidad del resultado).
  • Alcanzar un objetivo como equipo es siempre muy satisfactorio, nos hace felices a nosotros y a nuestros compañeros. 
Cuando un niño juega en equipo está aprendiendo a vivir en sociedad, a relacionarse con otras personas y a interactuar con diversas ideas, puntos de vista o experiencias ajenas a las suyas. Para enseñarse cómo hacerlo adecuadamente debe trabajar en dejar de lado el concepto de “yo”, para fomentar la idea de que el objetivo como equipo es el “todos”, o sea un bien común. 
Un buen trabajo en equipo define la labor de cada miembro a través de una correcta comunicación y coordinación, de esta manera se pueden dar soluciones por el bien de sus objetivos. Compromete a sus miembros para que alcancen sus metas apoyándose entre ellos, bajo la premisa de que el bien común es lo importante y trabajan para conseguirlo.
Podemos inculcar las bases en casa al enseñar a los niños a cooperar en las tareas domésticas. Este punto es parte importante de su crecimiento, pues los prepara para cuando deban aplicarlo en la escuela o cualquier otro ámbito cotidiano, y de esta forma no les cueste realizarlo y sepan trabajar por el bien de todos. Sus pequeñas labores pueden ir incrementando acorde a su edad, como sacar la basura o lavar platos, sacudir enseres domésticos, barrer, fregar pisos, pasear al perro, etc.
Los juegos de mesa potencian las habilidades de trabajo en equipo, al conseguir metas en común, los niños aprenden conceptos básicos al mismo tiempo en que se divierten compitiendo de manera sana. De igual forma, en la escuela se ponen en práctica y se desarrollan destrezas que involucran la participación entre varios miembros, haciendo sentir valioso e imprescindible a cada miembro para alcanzar el objetivo cuando se esfuerzan a la par.
La práctica deportiva también es perfecta para que niños y niñas aprendan a colaborar en conjunto, logrando conseguir resultados tangibles cuando aplican su buen desempeño. Estas competencias deben ser regidas siempre por ciertas reglas y mostrando respeto hacia los equipos contrarios. Hay actividades como las artes marciales que conllevan normas y una filosofía de pertenencia a un grupo, fomentando el respeto, la disciplina y la constancia, entre otros valores, para su desempeño.   
Al darles la oportunidad de colaborar por un objetivo común, el trabajo en equipo obliga a los niños a desarrollar su creatividad y resolver problemas. Les ayuda a aceptar críticas cuando reciben comentarios de sus compañeros, lo cual mejora sus capacidades mientras desarrollan confianza en sí mismos.
El trabajo en equipo va relacionado con la autonomía personal, la responsabilidad, la empatía y la tolerancia. Por ello debemos educar a los niños desde pequeños para cooperar en las tareas domésticas, en los trabajos escolares, en actividades formativas y familiares.
Hablamos de un pilar de nuestro desarrollo como humanidad, la base sobre la que edificamos nuestras sociedades y fomentamos valores de convivencia esenciales. Al fomentar un espíritu colaborativo, contribuimos a forjar pequeñitos que llegarán a ser adultos autónomos, responsables, empáticos y tolerantes, esenciales para construir un futuro de progreso y armonía.
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